2 últimas entregas de "Sucedió en el carril bici"

Sucedió en el carril-bici (VI)
Miguel Rodríguez-Piñero Royo

En el carril bici hay también unas reglas que a veces resultan pesadas de cumplir. Queremos que respeten nuestro carril, pero para ello tenemos que hacerlo también nosotros con todas las normas de circulación. Un ejemplo que conozco tiene título de Conrad: ‘La línea de sombra’. Que es la que se forma en la avenida de Hytasa a mediodía en verano. La parte peatonal de la acera, con una sombra estupenda y apetecible; el carri-bici, sometido a un solano inmisericorde. La frontera entre sol y sombra, la que marcan el verde y el gris. Y tú te dices: “quiyo, o me voy por la sombra o se me van a secar las meninges”. No hay un peatón (¿quién se atreve a esas horas?). Nadie te ve ¿Tienes lo que hay que tener para mantenerte en tu carril? ¿Tienes lo que hace falta para no cruzar la línea de sombra? Esta es la prueba definitiva para el ciclista, el desafío al que todos tenemos que enfrentarnos tarde o temprano. De cómo reacciones dependerá lo que vales en el carril, si eres un ciclista de verdad o si eres un mero conductor de bicicletas.

Yo la he pasado; a riesgo de insolación, pero estuve en mi sitio, y aguanté lo que me echaron, que fue mucho. Por cierto, ¿para cuando los cascos de ciclista modelo salacot? ¿Por qué no diseñan algo pensando en el Lorenzo local? Otra de las preguntas sin respuesta sobre el carril, de las que me ocuparé la semana que viene

Catedrático de Derecho del Trabajo. miguelrpr@ono.com

El Correo

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Sucedió en el carril bici (final)
Miguel Rodríguez-Piñero Royo

En el carril bici se puede hacer negocio. El sector ha crecido mucho en los últimos años, se venden muchas más bicicletas de todo tipo, pero hay nichos de mercado sin cubrir. He aquí unas sugerencias empresariales, como usuario no satisfecho por la oferta actual: vehículos a prueba de cacos, que vengan con todas sus piezas soldadas para que no se puedan robar.

O un casco diseñado para el clima de Sevilla, de alas anchas y con agujeritos chiquititos para que corra el aire y no entre el sol. Un salacot, vamos, pero moderno. Garrafas de agua de cinco litros, que es lo que te pide el cuerpo en Sevilla a los diez minutos. Pitos con volumen extrafuerte para las personas mayores, que muchas no se enteran de que te acercas peligrosamente. Falsos naranjos de acero colado, para amarrar las bicicletas con mayor seguridad.

Culotes poco apretados, para los que tienen hechuras como las mías. Cadenas y pitones ultraligeros, que te gastas una pasta en una máquina que no pesa para después cargarle cinco kilos de acero antirrobo. Chalecos reflectantes algo más elegantes y variados, algo fashion. Y un navegador para el carril, que hay lugares en los que se ha diseñado para que lo pierdas o te pierdas; y que te avisen de las trampas, como la palmera de Los Lebreros o el quiosco de Kansas City.

En realidad el éxito del carril-bici beneficia ya está beneficiando a muchos, que hacen negocio gracias a él. No sólo los comercios y talleres del sector; los amigos de lo ajeno han encontrado un nicho de actividad seguro y tranquilo, al que hay que agradecer el descenso de otro tipo de delitos. Pero también en el sector inmobiliario la presencia del carril se convierte en un factor que incrementa el valor de una vivienda.

Ya he visto varios anuncios, en distintos medios, en los que se ofrecen viviendas indicando como una de sus características la cercanía a esta vía, que la hace más atractiva para estudiantes y otros colectivos. A veces te dicen que hay una estación de bicis de alquiler en la puerta, como el no va más.

Cuando el mercado empieza a reconocer al carril, es que la idea funciona. Felicitaciones al Ayuntamiento.

Catedrático de Derecho del Trabajo
miguelrpr@ono.com

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Aquí les dejo las 2 últimas opiniones de Sucedió en el carril bici del Correo de Andalucía de Miguel, Catedrático de Derecho.

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