Miguel Ángel, invidente, ha sufrido ya tres atropellos en el carril bici
Nicol Jiménez
“Si eres ciego tienes que tener mucho valor para salir solo por Sevilla”. Miguel Ángel Jurado sabe por experiencia que las calles no están hechas para las personas con discapacidad. La prueba es que ya ha sido atropellado tres veces en el carril bici.
Hace unos días el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín (PSOE), anunció la redacción de una ordenanza contra las barreras arquitectónicas que entrará en vigor en 2010, y admitió que en Sevilla queda mucho por hacer para mejorar la movilidad de los 70.000 vecinos con discapacidad que hay y los 140.000 mayores de 65 años. Una prueba indiscutible y evidente de ello es que Miguel Ángel Jurado, ciego, ya ha perdido la cuenta de las heridas que tiene por chocar contra mobiliario urbano mal situado, vallas, postes...
“Estuve mucho tiempo vendiendo cupones en la Plaza Nueva y me chupé todas las obras. Parece que me persiguen”, cuenta Miguel Ángel, que estos días ha lidiado con una zanja y un mar de vallas alrededor de su kiosco, en la esquina de la calle Goya con Eduardo Dato. Nadie le avisó de que se iban a abrir trincheras para renovar la red de gas natural y, finalmente, tuvo que vender sus cupones en plena calle, entre el carril bici, un naranjo y la parada provisional del autobús. Tan mal situado que si hubiese dado un paso a la derecha hubiera metido su pierna en un alcorque de casi medio metro de profundidad. Ante tal panorama, su opinión es clara sobre la norma bautizada como de Accesibilidad Universal: “Tendrá que ser extensa porque hay mucho que mejorar”.
En primer lugar, los ciegos no pueden saber si andan sobre el carril bici o no. A toro pasado, el Ayuntamiento dice que estudiará la colocación de una franja externa o bordillo pequeño en los laterales del carril bici, algo que se pueda notar con un bastón. Pero no hay nada decidido.
“Es inexplicable que una persona normal, que ve, se choque conmigo cuando voy por el carril bici, pero así es. Me han atropellado ya tres veces. Yo lo único que digo es que mi bastón no me puede avisar de si piso o no el carril bici”, denuncia Miguel Ángel. “Ninguna de las personas que me golpearon –asegura– se paró. Algunos ciclistas van muy rápido y supongo que la educación brilla por su ausencia”.
Lo cierto es que Miguel Ángel sostiene que en las calles hay demasiados marmolillos, obras, alcorques profundos, losas levantadas... “Tengo la cara destrozada porque el otro día me choque con un poste, creo que no era una farola”.
Todos los días, tras cerrar su kiosco, hace una ruta con sus cupones, “porque la venta está fatal”. La ida la hace andando y la vuelta, en el 23. Eso sí, “por fin los autobuses dicen por megafonía cuál es la siguiente parada. Lo han vuelto a poner y menos mal, porque muchas veces me despisto y me bajo en la parada que no es”, reconoce. Eso sí, los viajeros “son solidarios y me suelen echar una mano”.
Ante la puesta en marcha del Metro, es pesimista: “No lo voy a coger porque me han dicho que hay que subirse y bajarse muy rápido y yo no puedo”.
No obstante, este amante del cine y la literatura, se toma la vida con humor, de ahí que pida que la nueva ordenanza le ponga “una chica guapa de guía”. “La esperanza es lo último que se pierde”, añade tras recordar que en Inglaterra ya se está implantando un microchip para sanar su enfermedad, la retinitis pigmentaria, que sólo le deja ver algo “los días muy luminosos”. Mientras, Miguel Ángel se empeña en dominar su ordenador y la biblioteca digital braille. Su nuevo reto.
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Desde aquí lamentamos lo que le ha sucedido a este hombre y a aquellos ciclistas que le atropellaron, decir que la educación es algo que se tiene o no y ellos ya han demostrado con su actitud lo que son.
Además de los puntos negros, esto es algo a mejorar pues no se puede permitir que un ciego no sepa si está en un carril bici o no y acabe atropellado como este hombre.
Pero aún así, aunque estiviera andando por el carril bici, ¿tan cortito hay que ser para no darse cuenta de que este humbre es ciego? El problema es de no entrarme en la cabeza que no lo vieran, más bien de la poca, poquísima educación que tienen y que por supuesto desconocen aquello llamado CIVISMO.
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